Cuenta la leyenda que hace siglos, en las místicas tierras del Imperio Otomano, un pastor llamado Kaldi descubrió el poder del café gracias a sus cabras. Un día, mientras pastoreaba, notó que sus cabras estaban inusualmente enérgicas después de comer unas bayas rojas de un arbusto desconocido. Intrigado por la energía de sus animales, Kaldi decidió probar las bayas él mismo y pronto sintió una vitalidad renovada.
Lleno de entusiasmo, Kaldi llevó las bayas al monasterio local, donde un monje decidió hervirlas para crear una bebida que ayudara a los monjes a mantenerse despiertos durante las largas horas de oración nocturna. Así, nació el primer café.
La noticia de esta bebida milagrosa se extendió rápidamente, y no pasó mucho tiempo antes de que el café se convirtiera en una parte integral de la vida social y cultural de Turquía. Con el tiempo, los turcos perfeccionaron el arte de preparar y servir café, creando el ahora famoso café turco, conocido por su sabor fuerte y método de preparación único.
En la actualidad, el café turco no solo es una bebida, sino también un símbolo de hospitalidad y una parte esencial de la cultura turca. Cada taza de café turco no solo ofrece un momento de placer, sino también una conexión con la rica historia y tradiciones del pasado.
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